sábado, 28 de diciembre de 2013

Ni locas, ni víctimas: mujeres con derechos

Efectivamente, las mujeres que abortan ejercitando el derecho universal de
controlar su maternidad y su reproducción, no son ni víctimas, ni están locas. Simplemente,
son personas que ejercitan un derecho reconocido por las instituciones
internacionales, entre otras, por Naciones Unidas. No necesitan de ninguna protección
ni amparo de los aparatos de este Estado reaccionario, regido por una derecha
ultra-conservadora. Exigen y ejercitan el derecho a disponer de su cuerpo. Y las
Administraciones Públicas deben facilitar el ejercicio de este derecho, mediante las
prestaciones pertinentes en los centros públicos, de forma gratuita y universal. Y
sobre todo de forma segura, desde el ámbito sanitario y jurídico.

Las 108.000 mujeres que en el año 2011, en el Estado Español, se han sometido
a una IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo), frente a un embarazo no
deseado, antes de la decimocuarta semana, simplemente han ejercitado un derecho
reconocido por la vigente Ley Orgánica de la salud sexual y reproductiva y de la
Interrupción Voluntaria del Embarazo, del año 2010.

Estos dos son los primeros comentarios que se nos ocurren frente al texto
que ha presentado el Gobierno del PP, como anteproyecto de ley que denomina “de
protección de los derechos del concebido y de la mujer embarazada”. Sintetizan, de
forma esquemática, los efectos que va a tenar la propuesta del ministro Ruiz Gallardón.
Es decir, y como principal criminalización, pasa a ser constitutivo de delito
la realización de una IVE a petición de la mujer, en cualquier plazo. Lo que quiere
decir, que el 95% de los abortos, aproximadamente, realizados de forma legal en
Euskal Herria, desde que entró en vigor la ley, pasan a ser delitos. La soberana y
libre voluntad de la mujer, ya no dirime este asunto. Pasa a ser tutelada por especialistas
de diversos campos técnicos, científicos, jurídicos, morales, políticos…. Se
pasa así al aborto por causas tasadas, analizadas y juzgadas por terceras personas.
A la hora de hablar de los supuestos que van a ser legales, únicamente recoge
dos el presente proyecto: el embarazo fruto de violación –hasta 12 semanasy
el grave peligro para la salud, física y síquica, de la mujer gestante –hasta 22
semanas-. En éste último está subsumido el supuesto de malformación del feto,
que también deberá afectar gravemente a la salud de la mujer para ser legal. Con
esto se convierte en un supuesto de doble condicionamiento y de doble prueba. Con
esta modificación la penalización del aborto es más grave que en los supuestos de
la ley de 1985. Hemos retrocedido a tiempos del franquismo.

Todos los procedimientos para llegar a la práctica efectiva de la intervención
aparecen adornados de un protocolo complicado, lento, burocrático, con tiempos de
espera y reflexión muy amplios, y mediatizados por voluntades e informes ajenos y
externos a la mujer, tanto de técnicos como de personas que tutelan a la mujer.
Todos ellos con una finalidad clarísima, e ideológicamente del acervo argumental de
la derecha integrista: convencer a la mujer embarazada, que ya ha decidido abortar,
que lo mejor, en todo caso, es seguir con el embarazo y terminar pariendo una
criatura. Aunque después la tenga que dar en adopción o simplemente se la quiten,
para su mayor felicidad, la de la criatura, y la de ella, por supuesto. Así las mujeres
deberán abortar, alegando, en un porcentaje muy alto de casos que la continuidad
del embarazo es perjudicial para su salud síquica. O sea, problemas de salud mental,
para pasar a engrosar las filas de las mujeres que enloquecen y entonces son
incapaces para gobernar su vida.

Toda esta política restrictiva y negadora de los derechos sexuales y reproductivos
de las mujeres, en concreto del derecho al aborto, viene acompañada de
una píldora penal-criminológica de corte de la derechona reaccionaria que solo tiene
perversidad y mal hacer jurídico. Para no penalizar a las mujeres que se ven obligadas
a interrumpir un embarazo no deseado fuera de los estrechos supuestos legales,
que sabe el PP que se contarán por miles, decide hacer a la mujer no imputable.
Evidentemente es mala imagen para la marca “España”, en el escaparate
europeo, que se procese y condene y encarcele a mujeres por ejercitar un derecho
mayoritariamente reconocido y garantizado por los Estados democráticos. Y para
ello, para librar a la mujer de la criminalización y no imputarla, ya que es una acción
que realiza voluntariamente, decide “elevarla” a la categoría de víctima.

Así, mediante este truqillo de trilero, de dudosa validez constitucional, resulta
que la presunción de inocencia, pasa a ser presunción de “incapaz”. Las mujeres
son consideradas incapaces e in-imputables, porque son víctimas, aunque no se
sabe muy bien víctimas de qué o de quién, salvo que lo sean del Ministro de Justicia
y de toda su corte celestial. Tiene un agravante muy serio: aunque no imputen a la
mujer, ésta no tiene ninguna garantía sanitaria de que se lo puedan realizar, pues
quien lo practica si será condenado y encarcelado.

Pues no señores del gobierno del PP y asesores celestiales. Las mujeres no
estamos locas cuando recurrimos a interrumpir un embarazo no deseado porque ha
fallado la prevención y el asesoramiento necesario para evitarlo, fruto de su mala
gestión y atención educativa sanitaria. No estamos locas cuando, conscientes del
sufrimiento que va a tener una criatura con discapacidad funcional grave y del propio
nuestro, sin medios suficientes para llevar una digna porque vds. la niegan,
recurrimos a un aborto. No somos víctimas cuando ejercemos un derecho conscientes
de nuestra legitimidad y dueñas de nuestros cuerpos y nuestra sexualidad. Y
para demostrarlo, desobedeceremos vuestras imposiciones.

Elena Lakabe, Oihana López y Begoña Zabala
De la Comisión por el derecho al aborto de Nafarroa



Asamblea Feminista de Madrid rechaza la decisión del Consejo de Ministros de tramitar la reforma de la Ley del Aborto


Madrid, 20 de Diciembre de 2013

Denunciamos el carácter ideológico, ultracatólico y conservador de esta reforma, que impide a
las mujeres decidir sobre su vida y su maternidad. Calificamos de cínica la posición del
gobierno que dice actuar en interés de las mujeres, cuando lo que hace es expulsar a las
mujeres que quieren abortar a la clandestinidad. De aprobarse esta propuesta, la inmensa
mayoría de las mujeres tendrá que abortar clandestinamente o hacerlo en otro país. Supone
por tanto la absoluta desprotección de las mujeres, sometiéndolas a riesgos para su vida y su
salud.

Rechazamos la obligación de que las menores de 18 años tengan la autorización paterna o
materna, como plantea la propuesta del gobierno, que no hará sino aumentar los abortos
clandestinos y tardíos.

Respecto a la objeción de conciencia de las y los médicos, la propuesta del gobierno, lejos de
resolver la situación que hacía prácticamente imposible que se abortara en la red sanitaria
pública, la agrava al hacerla totalmente discrecional. Con esta medida también demuestran
que protegen más la conciencia del profesional sanitario que el derecho de la mujer a ser
atendida en un centro sanitario público.

Convocamos a la ciudadanía para que continúe movilizándose por el derecho al aborto libre
dentro del Sistema Nacional de Salud, y que acuda a las concentraciones y movilizaciones
convocadas.

Datos de contacto:
Justa Montero 600566934
Yolanda Iglesias 628722920

La invasión de los bárbaros y su máscara de la piedad

La escritora Marta Sanz reflexiona sobre la nueva ley del aborto en España a partir de su última novela, Daniela Astor y la caja negra, donde a través de los temas del aborto y el destape crea un retrato de la Transición española. Una mirada a una problemática y a la situación de la mujer desde la creación literaria y la cultura.
por MARTA SANZ
Siempre que escribo un libro lo hago porque creo que tengo algo que decir. En la escuela me enseñaron que, si no se tiene nada que decir, es mejor cerrar la boca: no utilizar la escritura como alarde del dibujante que emborrona un papel con garabatos mientras tiene la cabeza en otro sitio. Con los años me he dado cuenta de que jugueteando a veces también se aprenden cosas y de que la desmitificación de la literatura es un modo de darle valor convirtiéndola incluso en arma arrojadiza contra los biempensantes del mundo. Los juegos a los que he jugado y las cosas que he tenido que decir surgen de mi circunstancia biológica e histórica: soy mujer; pertenezco a una cada vez más maltrecha clase media que, a su vez, se desclasó sin olvidar su origen proletario; mi pre-adolescencia coincidió con el tránsito de este país de la dictadura a la democracia, es decir, la transformación íntima coincidió con la pública. Mis libros abordan la relación entre historia e Historia, a través de una mirada que aspira a quebrar la frase hecha, la música de ascensor, la ideología invisible… Frase hecha, ideología invisible, mainstream, conceptos cuyo significado adquiere relevancia en la sociedad autosatisfecha, aspirante a las delicias de la socialdemocracia, de la que ingenuamente nos habíamos creído que disfrutaríamos para siempre. Los libros mostraban el polvo escondido bajo la alfombra en ese mejor de los mundos posibles en el que aún quedaban ranuras, imperfecciones, injusticias, mierda. En las democracias avanzadas, la literatura de tesis y la literatura con afán de intervención en lo público se desacreditan y desactivan: a la literatura se le reserva un lugar metafísico, de ensueño, un lugar de preguntas, pero se le veta la posibilidad de arriesgar una respuesta. La toma de posición taxativa -¿el grito?- atenta contra la naturaleza profunda, la qualité, sugerencia y ambigüedad que caracterizan la “buena” literatura…
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Rota la fantasía de la socialdemocracia, lo que tenemos que decir se hace evidente y casi se impone la necesidad de una literatura política tanto en la selección del asunto como en el modo de construir ese asunto a través de nuestras propias palabras. Ese riesgo que uno está dispuesto a asumir frente al mercado como discurso dominante es el origen de Daniela Astor y la caja negra. También la percepción íntima y la convicción pública de que la crisis funciona como excusa para recortar derechos y de que ese recorte de derechos iba a afectar de manera especial a las mujeres: por razones de injusticia histórica sostenida, somos más vulnerables a la precariedad y a la violencia sistémica. Daniela Astor y la caja negra es una novela de la crisis que la aborda desde una doble estructura profunda: la de su conexión con la Transición y la del papel y la imagen de las mujeres desde entonces hasta hoy.
La desmitificación de la Transición acaba derivando en una mitificación de la misma desde el ángulo de la intrahistoria y no del relato oficial de la Historia: la Transición no se presenta como el producto del buen hacer de una docena de iconos políticos, sino como el resultado de una largo proceso en el que muchos anónimos, desde posiciones de clandestinidad o luchas cotidianas por la subsistencia y la dignidad, hicieron posible la llegada a un modelo distinto. En Daniela Astor y la caja negra esa masa indefinida la integran mujeres que en los setenta intentaban liberarse del tutelaje masculino, del hecho de que los hombres fueran los dueños de las palabras y de las autorizaciones para tener una cuenta de ahorro; mujeres que intentaban acotar una mirada y una voz partiendo de un lenguaje y una iconografía ajenas que ya formaban parte de sus aspiraciones y de la concepción de su propio cuerpo; mujeres que trabajaban en casa y fuera de ella, querían aprender, ser mejores, piezas del engranaje social con capacidad para intervenir en el espacio público; mujeres con sentido crítico y autocrítico… Sonia e Inés, las madres de las protagonistas de esta novela, son un ejemplo de estas mujeres: Sonia es una trabajadora de clase media, de extracción rural, madre de una hija dolorosamente lista, que quiere aprender y liberarse estudiando una carrera; Inés tiene estudios superiores e imposta una clase social inferior a la suya por convicciones políticas: es la socióloga que da clases en la universidad y pone lavadoras. Entre ambas se establece una corriente de empatía en una situación dramática. Se subraya la solidaridad entre mujeres. Otros personajes encarnan el machismo basal con que nos comportamos muchas de nosotras en momentos decisivos de la vida.
A la hora de trabajar el papel y la imagen de las mujeres me tropecé con temas fundamentales en Daniela Astor y la caja negra: la relación entre la realidad y sus representaciones se escenifica en los juegos secretos de dos preadolescentes, Catalina y Angélica, que se travisten en actrices del destape, musas de la Transición, que simbolizan la liberación sexual tras cuarenta años de moral nacional-católica y, a la vez, aceleran el proceso de  cosificación mercantil del cuerpo femenino reducido a fetiche y finalmente a juguete roto: en nuestros días llega a su apogeo esta épica amarilla del sensacionalismo. En la novela se reflexiona sobre el significado del cuerpo y la maternidad, la dimensión biológica e histórica de la identidad femenina como interesada construcción cultural que ha servido para situarnos en desventaja frente a los hombres. Me escandalizo un poco cuando escucho aquello de que “ser madre es el deseo de cualquier mujer”, cuando se asume que la maternidad es el rasgo que define una supuesta condición femenina. A ningún hombre se le cuestiona su masculinidad, si expresa su deseo de morir sin descendencia.  
El desnudo y el aborto se convierten en puntos de inflexión de una novela que se me va imponiendo como acto de rebelión y pedrada contra los cristales, pese al desprestigio de la poesía como arma cargada de futuro que marca un canon empeñado en fundir lo light con lo espectacular: una amalgama que reduce a los escritores a una condición bufonesca que justifica su creciente desprestigio, falta de relevancia e inanidad en el espacio público. Mientras escribo Daniela me doy ánimos. Pienso que hago lo que debo porque volver la vista atrás no es ejercicio de nostalgia, sino estrategia de aprendizaje, una manera de ponerle nombre a las cosas: estamos volviendo a la represión nacionalcatólica y nacionalfascista. Nos bordarán la A de adultera en la pechera y disolverán las manifestaciones con camiones de agua. Nos pondrán multas inasumibles por defender nuestros derechos. Por insultar cuando a nosotros se nos insulta a diario: con el recibo de la luz, con el repago de la seguridad social, con la nueva ley de educación, con las privatizaciones, con la tasa de paro y el trato al parado como a un delincuente… Metamorfosean monstruosamente los derechos en delitos: el derecho al aborto, el derecho a protestar cuando hay más razones que nunca, el derecho a una vivienda digna, a trabajar y a comer. Frente a la marca España, la condena de un país al sector servicios, el buenrollismo emprendedor y  la publicitación de la crisis como oportunidad, frente a los comentarios de trolls furibundos que afirman que los defensores del aborto confundimos a los niños con tumores o apéndices; frente a todo eso se necesitan muchos discursos que contradigan la palabra –te alabamos, Señor- de la reacción: gritos en la calle, artículos en los periódicos, novelas. Sí, novelas, muchas novelas. Como las últimas de Isaac Rosa y de Rafael Chirbes. Como Cuando Lázaro anduvo de Royuela o como aquella de Reig donde se hablaba de la Inmaculada Transición…  
El derecho al aborto, el trauma del aborto en el seno de una familia de clase media en 1978, es el motor de la intriga en Daniela Astor y la caja negra. Palabras como “trauma” llegan a constituirse en sentimiento íntimo porque, al fin y al cabo, sentimiento y experiencia se construyen a partir de las imágenes que nos rodean, los códigos que nos imponen el sentido del bien y del mal, los lenguajes e iconografías imperantes: el horror y el trauma proceden de la truculencia de las narraciones sobre el aborto, de la creencia de que hay abortos buenos y abortos malos –lo explica con sentido del humor Caitlin Moran-, de la confusión entre biología y teología, de las acepciones corrompidas de las palabras niño, vida y dignidad… En Daniela Astor y la caja negra reviso los relatos e imágenes del aborto en las narraciones e incluso las que están firmadas por los artistas mejor intencionados –Martín-Santos, García Hortelano, Bodegas…- resultan atroces. Sanguinarias. Solo Alexander Kluge en Trabajo ocasional de una esclava, rodando un aborto real, se aproxima hacia la interrupción voluntaria del embarazo con una mirada entre aséptica y humorística, rompedora en su apuesta ética y estética.
La madre de Catalina aborta en España en 1978 y es condenada a seis meses de prisión. Sus motivos para abortar no tienen que ver con su precariedad económica, su desamor, su inestabilidad psíquica, la malformación del feto, el riesgo para su salud. La madre de Catalina no ha sido violada. La madre de Catalina no desea tener otro hijo en un momento en el que, para ella, es prioritario hacer otras cosas. La madre de Cati no es una mujer egoísta ni desnaturalizada, sino una mujer que analiza, reflexiona y decide contradiciendo un estereotipo de feminidad intuitiva, sentimental y mágica. Era importante abordar la cuestión desde un contexto desdramatizado que nos enfrentase con el problema moral, sobre todo, con el problema ideológico del aborto en sociedades con una legislación patriarcal. Insisto: no hay abortos buenos y malos; lo que existe es el derecho a decidir si ser madre o no serlo sin que la sociedad te juzgue. El trauma de Sonia no proviene de la sala donde le practican el aborto, sino de la sala donde la condenan separándola de su hija y estigmatizándola socialmente.
El PP, con su ley del aborto, cambia el significado de la palabra víctima. Nos condena a serlo en un país donde la derecha nos manipula con una cínica paradoja: la de esgrimir paladinescamente la defensa del derecho a la maternidad digna de las mujeres mientras se elimina la ley de dependencia y se ejecuta una reforma laboral salvaje. La reforma de la ley del aborto con su mezcolanza de plazos y supuestos profundiza en la brecha de desigualdad entre mujeres pobres y ricas, y toma en vano el nombre de los desfavorecidos del mundo. También de esos discapacitados a los que presuntamente se pretende proteger mientras se fomenta y acentúa el dolor, sostenido en el tiempo, de madres que ven morir a sus criaturas enchufadas a máquinas. La reforma de la ley del aborto cierra la puerta a conquistas que sí tienen que ver con la dignidad humana: la eutanasia o el derecho a una muerte digna. Se extrema la violencia de un sistema económico aberrante, adornado con esos ropajes fascistas que acompañan a las crisis y que en este país aún son pentimento de la historia reciente: a la mínima vuelve a brotar la España negra en la tela del cuadro. Cuántas Sonia Griñán va a haber en el siglo XXI. Cuáles serán las penas y castigos para las mujeres que aborten o para los profesionales que practiquen abortos fuera de la ley. Mientras escribía Daniela Astor  y revisaba el código penal franquista, se me ponían los pelos de punta. También se ponían los pelos de punta al percibir que estamos instalados en un campo cultural donde nos acompleja y desacredita hablar en los libros de las cosas que suceden. Pero pensaba que el libro que estaba escribiendo era necesario. Porque los bárbaros nos están invadiendo bajo la patética máscara de su bondad.

CARTA ABIERTA AL SR. GALLARDÓN


22 DE DICIEMBRE DE 2013 

¿Cómo es posible que finalizando 2013 aún estemos las mujeres dando razones que justifiquen nuestro derecho a decidir? Porque de eso es de lo que se trata, de que se nos reconozca de una vez nuestra integridad como personas y por lo tanto nuestra capacidad para decidir sobre nuestra vida, sobre nuestra obligación o no de ser madres.

El derecho a decidir, Sr. Gallardón, no es un concepto abstracto; muy al contrario, tiene que ver con nuestra vida concreta, con los dilemas a los que nos enfrentamos, entre los cuales, el de la maternidad es en ocasiones uno de los más complejos e indudablemente de los más íntimos.

El derecho a decidir, Sr. Gallardón, significa el más estricto respeto a los motivos que las mujeres tenemos para decidir interrumpir un embarazo y el rechazo a cualquier tipo de tutelaje sobre nuestra decisión, NADIE puede arrogarse la autoridad para valorar y decidir sobre las causas que una mujer tiene, ni para realizar procesos de verificación moral deslegitimando su decisión.

Señor Gallardón, por muchas razones que quiera utilizar para engañar a la ciudadanía titulando su reforma como “Ley de protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada”, realmente lo único que hay detrás de todo ello es la VICTIMIZACIÓN de todas las mujeres utilizando como única razón su misoginia y sus convicciones religiosas, que por pertenecer al ámbito privadísimo de su conciencia, jamás deberían inspirar las leyes de una sociedad democrática.

Sr. Gallardón, estamos hartas de reivindicar cada día nuestra mayoría de edad, pero además, queremos que le quede claro que las más de 110.000 interrupciones voluntarias del embarazo que se llevan a cabo cada año en nuestro país van a seguir produciéndose, porque ninguna ley va a obligarnos a continuar con un embarazo no deseado ya que eso será siempre el resultado de NUESTRA DECISIÓN.

PERO, ESO SÍ, GRACIAS A LA NUEVA LEY HABREMOS DE HACERLO CON MUCHO MÁS SUFRIMIENTO Y RIESGO PARA NUESTRA SALUD.

Como esta ley es contraria a todas las indicaciones de los Informes UNFPA ( Fondo de Población de la ONU) de 2012 y 2013, o de la OMS (Organización Mundial de la Salud), o de tantas Instituciones Internacionales que velan por el cumplimiento de los Derechos Humanos esperamos que dure lo que su mayoría absoluta, que sinceramente deseamos que sea muy poco tiempo. 
Asamblea de Mujeres de Córdoba Yerbabuena 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

URGENTE: 20D ¡ Se confirma que se aprueba en el consejo de ministros

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón<http://elpais.com/tag/alberto_ruiz_gallardon/a/>, ha confirmado hoy que, como ya "anunció el presidente" Mariano Rajoy, el Consejo de Ministros aprobará la nueva ley del aborto<http://elpais.com/tag/ley_salud_sexual_reproductiva/a/> "antes de fin de año", es decir, este viernes o el siguiente. Lo ha dicho en los pasillos del Senado, preguntado por los periodistas antes de comparecer en la sesión plenaria, informa Efe. Ya dentro de la sala, el ministro -que retomaba su agenda tras guardar un día de reposo por una caída en su domicilio que le ha dejado dos costillas rotas- ha insistido en que el Gobierno va a cambiar la ley por dos razones: porque considera que la ley actual "vulnera la sentencia del Constitucional de 1985" sobre los derechos del "no nacido"; y porque el PP lo llevaba en su programa electoral. “Ya sé que es fácil decir: 'hay muchos compromisos que ustedes no han cumplido'. Pero no me reproche que cumplamos este”, ha dicho dirigiéndose a la senadora del PSC Mónica Almiñana.

De todos los posibles cambios que recogerá la ley, Gallardón solo ha confirmado dos: la prohibición de que las chicas de 16 y 17 años aborten sin permiso de sus padres (ahora la ley les autoriza a hacerlo) y la eliminación de todo reproche penal a la mujer que aborte, porque según él en el tema del aborto "la mujer no es culpable sino víctima". “De lo otro podemos hablar, pero de eso no”, ha subrayado el ministro, sugiriendo que esos dos son los aspectos intocables de su propuesta. Del resto de modificaciones previstas o adelantadas durante estos últimos meses -incluida una de las más polémicas, la eliminación del supuesto de aborto por malformación fetal<http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/22/actualidad/1369251192_801481.html>- el titular de Justicia no ha dicho nada.

La ley de 1985<http://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-1985-14138> incluía penas de cárcel para las mujeres que abortaran fuera de los supuestos legales, aunque eran penas tan mínimas que en la práctica no implicaban ingreso en prisión. La ley de plazos de 2010<http://www.boe.es/boe/dias/2010/03/04/pdfs/BOE-A-2010-3514.pdf> sustituyó la pena de prisión por la de multa; pero, como en el hipotético caso de que la multa no se pague el juez podría ordenar la entrada en prisión (nunca ha ocurrido), Gallardón sostiene que su ley (que ya no incluye ni prisión ni multa) será la primera en la que no habrá "reproche penal para la mujer".

La senadora del PSC Mónica Almiñana ha rechazado que la ley vigente vulnere la doctrina del Constitucional -"la ley es interpretable", ha dicho- y ha recordado a Gallardón que, según las encuestas, "al 75% de los ciudadanos les parece bien la ley tal y como está ahora". "Esta reforma no es necesaria. Ustedes insisten para contentar al electorado más conservador, no sabemos si como regalo de Navidad o como regalo de despedida al señor Rouco Varela", ha afirmado. "Las mujeres no son culpables, pero tampoco víctimas", ha aseverado Almiñana corrigiendo al ministro. "Las mujeres son libres, y tienen derecho a decidir sobre su maternidad. Habrá víctimas, las habrá, pero será gracias a usted y a su ley", le ha espetado.

"La interpretación de la ley no le corresponde a usted ni a mí, le corresponde al Tribunal Constitucional", ha replicado Gallardón (aunque el PP va a cambiar la ley de 2010 sin esperar a la sentencia del Constitucional<http://sociedad.elpais.com/sociedad/2010/06/01/actualidad/1275343204_850215.html> sobre esa ley). Y ha terminado así: "Hay algo que está por encima de lo que digan las encuestas, algo que se llama sencillamente principios. Esos principios son los que nos llevan a nosotros a defender el derecho a la vida".

miércoles, 11 de diciembre de 2013

TRANSFEMINISMOS. Epistemes, fricciones y flujos


Miriam Solá y Elena Urko (comp.)
Prólogo de Beatriz Preciado

Esta antología pretende cartografiar la emergencia de toda una serie de discursos, prácticas políticas y producciones culturales ligadas al feminismo y a las luchas de liberación sexual y de género que habitan activamente los movimientos sociales del Estado español.
No es una recapitulación de todas las reivindicaciones y acciones que se han emprendido desde lo que podríamos llamar feminismos queer, transfeminismos o nuevos feminismos. Se trata más bien de crear un archivo para recuperar y mantener un legado de activismos, visibilizando las voces de algunas de sus protagonistas. Voces que desafían las formas de saber científico y del pensamiento institucional. A través de cada texto se reconstruye una genealogía, se lanzan preguntas, se visibilizan posturas, debates y colectivos.
Este libro es, sobre todo, un compromiso con la recreación y la reconstrucción de saberes subversivos, de experiencias y memorias políticas al servicio de quienes luchan en los intersticios del feminismo.
Participan: AITZOLE ARANETA, ALEX AGUIRRE, AMAIA OROZCO, ANA BURGOS, BEATRIZ PRECIADO, BENGALA & MAGNAFRANSE, BROT BORD, CRISTINA GARAIZABAL, DIANA J. TORRES, DIEGO GENDERHACKER, ELENA URKO, HELEN TORRES, ITZIAR ZIGA, KLAU KINKI, LETICIA ROJAS, LUCIA EGAÑA, LUCRECIA MASSON, MEDEAK, MERY SUT, MIRIAM SOLÁ, O.R.G.I.A, POST-OP, QUIMERA ROSA, RAQUEL (LUCAS) PLATERO, SANDRA FERNÁNDEZ, SARA LAFUENTE, SAYAK VALENCIA, TEO PARDO, VERONIKA ARAUZO, YENDÉH R. MARTÍNEZ.

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